Discurso del Dr. Dandry Leonardo Omaña Casanova con motivo del bautizo de su libro Visión del Hombre y la Educación en Frederich Nietzsche en la Librería Sin Límite en el Marco del Programa televisivo Hablemos de Gerencia, Motivación y Liderazgo moderado por Johan Cordero

Muy Buenas Noches. Expreso desde lo más profundo de mi corazón el agradecimiento por su presencia en esta noche de solsticio de primavera, en esta noche mágica, en la cual la sinergia de la vida y la sin cronicidad del momento permiten al instante convertirse en algo mas que el bautizo de un libro el reencuentro con los amigos del ayer del hoy y del mañana. Los amigos de siempre. Y En esa dirección esta en mí la gratitud, la cual representa un valor en sí mismo pues mi actitud ante la existencia se construye en gran medida desde el agradecimiento, por lo mucho que recibimos en todas las circunstancias de transformación que conforman sinérgicamente la alquimia de la vida.

En consecuencia saludo con respeto y admiración a Julieta Cantos rectora de la Librería y Galería Sin Limite por permitirme esta su casa, que además de refugio de los creadores es, un escenario con gran sinergia espiritual y de muchas historias escritas, contadas, por hacer y por transmitir. También es propicio el momento para agradecer a Johan Cordero y Felo Productores del Programa de televisión del Canal regional 21 Hablemos de Gerencia, Motivación y Liderazgo quienes fieles a la palabra del andino empeñada en su programa están dando cumplimiento a mi promesa de hacer este bautizo en esta fecha. Para ustedes mi eterna gratitud.

Además me acompañan especialmente en este trascendental momento. Desde la eternidad madre y maestra Ana Aurora Casanova Ramírez, Mi Esposa Rossana, Mis hijos Dandry quien espiritualmente me acompaña, pero por razones de su responsabilidad laboral no está físicamente, Dany José, Dariana de Fátima y María de los Ángeles. Mis hermanos Carlos, Celina, Víctor, Socorro, Ramón, Soley, Maria, Sadie Iván y Pablo. Mis cuñados y cuñadas, mis primos y primas, mis sobrinos y sobrinas, mis amigos de hoy y siempre, Mis compañeros Directivos, Docentes, Administrativos y de servicio de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio, Núcleo Táchira, Especialmente mi gente de Extensión gracias Prof. Julio Sánchez, Autoridades y mejores amigos del Consejo Directivo y Consejo Superior del Instituto Universitario Gran Colombia, El Dr. Humberto Cárdenas inspirador de esta aventura destacado docente y amigo. Dr. Pascual Mora Presidente de la Academia de la historia del Estado Táchira. Dr. Hernán Roa Contreras y Señora Nelly Rad de Roa, Dr. Leoncio Ramírez Pérez. Lic. José Ernesto Becerra, Lic. Iván Danilo Chacón Labrador y Señora Lic. Gisela Garavito de Chacón. En fin a todos los presentes que asisten a este acto con el compromiso por la academia, el intelecto y la amistad.

Como hombre emotivo y anhelante, siento la cálida presencia de los que me rodean, y en la medida de lo posible, siempre he intentado borrar las distancias que nacen de la incomprensión, pero igual reconozco mi tendencia individualista y mi vocación a disentir, lo cual me ha llevado, en algunas ocasiones, a merecer la reputación de hombre rebelde, aunque en ello no vea más que una forma de responder a las contradicciones que la vida humana manifiesta en su profundidad y desafío. Es con ese diálogo interior que cada quien sostiene consigo mismo, el momento de la revelación de los abismos interiores que se descubren nada más que en ciertos instantes, he llegado a entrever la fortuna que significa tener un motivo de vida, una razón de ser, pero más profundo me parece este sentido si en su ejercicio alcanza a los demás, si en su acción permanente contribuye a elevar la calidad de vida y la esperanza de otros seres humanos.

Por eso elegí la educación como oficio de referencia, y se que por su mediación he recibido mucho más de lo que he dado, porque el esfuerzo mismo de dar a otros las herramientas para su propia valía, se ha constituido para mí en una ascesis espiritual, en una fe reconfortante de que en el Hombre hay muchas más razones de esperanza y salvación que de fracaso y condena. Reconozco que hay obligaciones, cuyo origen y destino están por encima de la razón histórica, y son las que tienen que ver con el alma, con la perfección de sí mismo, en un mundo que desatiende en forma soberbia y constante el derecho de cada hombre a encontrar su propio centro. No desespero sin embargo de esta condición. Al contrario, presiento que en ese contrapunto entre lo anhelado y lo negado, se encuentra justamente el camino de la individualidad y la diferenciación, sin las cuales no se puede reconocer el verdadero rostro del mundo. En estos momento llega a mi memoria la majestad y sabiduría de nuestros maestros, en quienes la lectura de los clásicos era tan natural como su propia vestimenta, y a quienes consultábamos sobre cualquier suceso, por misterioso y lejano que fuera, y siempre recibíamos una sobria respuesta, o por lo menos el consuelo de la clarificación.

Yo me formé en ese ideal, en el respeto de la figura patriarcal de los viejos maestros. De esa luz me he servido para no extraviarme en las sombras de la indefinición, y para no olvidar que la verdadera sabiduría nos ayuda a comprender lo grande y lo pequeño, lo inmediato y lo trascendente, lo propio y lo ajeno, como pertenecientes a un mismo universo, que todo forma parte de la misma unidad, y que somos nosotros, los forjadores de esa ambigüedad que distorsiona la existencia.

Se impone la revisión en la visión de la educación de la figura del camello como diría Nietzsche, de lo cual se deriva la necesidad de que el maestro se convierta en León, liberado de la carga que le impone el aparato administrativo magisterial para que entonces, con la Soltura y la Liviandad del recién nacido participe junto con los jóvenes de la creación del mundo donde ellos vivirán. Hoy al dejar estas reflexiones sobre Nietzsche y la Educación en manos del lector puede ser que algunas se estén cumpliendo, ya el texto deja de pertenecerme, adquiere un destino impersonal, pasa a otro dominio, por más que uno aspirara intervenir la realidad de quien lo aborda, que al final de cuentas es el sueño del hacedor.

Para finalizar, este libro evidencia a todo y todos los que me acercaron a la aventura dionisíaca, a la búsqueda de la libertad, a la aceptación de la roca que todos cargamos sobre nuestros hombros, mientras ascendemos la cuesta de la vida. Destaca el papel del hombre (Nietzsche) y su historia personal: la vida del pensador, en cuanto hombre que vive, sabe de placeres, sufre y padece, su pensamiento, su época y estoy claro aún cuando la obra y la vida de este pensador y filósofo ha sido objeto de tantos, tan detallados y profundos estudios, hablar de ese Poeta y Visionario tan polémico y controversial es, todavía, como siempre, una tarea difícil, que compromete la reflexión, la acecha y la llena de riesgos intelectuales, éticos y morales.

No obstante todo eso, y con intuición de lo que esa tarea significa, me adentré en Nietzsche y en su obra maestra, Zaratustra, para tratar las consecuencias que subyacen en ese intento prometéico que significa bajar de las alturas de la Iluminación, ahondarse en el pueblo y hablarle a los hombres de La Muerte de Dios y de la Muerte del Hombre. Llenará de asombro, el calificativo dado a Federico Nietzsche como el Padre de la Postmodernidad, época a la cual pertenecemos todos nosotros, de pronto se busca sacudir los cimientos del Ser, sobre los cuales todos confiados descansamos. Sin embargo dejo en el riesgo de la lectura y la sensibilidad del lector la percepción o no de este intento. Destaco además un Nietzsche en su esfuerzo por separarse del Cristianismo, sobre todo de aquél que en una extraña alianza con la Metafísica, se apodera mediante una conspiración ontológica del Hombre, y del sentido que en él pueda tener lo Sagrado. De esta forma, la historia ya no tendría ningún papel que cumplir, ninguna tarea específica, menos de redención o salvación. Hipotéticamente, tampoco existiría ninguna voluntad de reconciliar las contradicciones, sino que los individuos, entregándose al instante y a las constantes redescripciones realizadas por los discursos locales, abandonarían la pretensión de ser sujetos y vivirían lo que el filósofo Francés Michael Foucault denominó premonitoriamente como “la muerte del hombre”.

Hay entonces que ocuparse del Hombre algo así como tener que ver con las cosas que ha dejado un “difunto” después que ha pasado a la historia. Es tener que liquidar sus propiedades y sus deudas; organizar en archivos sus glorias, penas, hazañas y desventuras: ocuparse de ese muerto requiere de un método arqueológico, de una “Arqueología del Saber” (como titula el mismo Michael Foucault su forma de acercarse a él), en fin, se trata, en todo caso, de desenterrar tumbas y organizar museos.

Profundizando en este momento un poquito más en el sentido o razón que tuvo Nietzsche para retrotraer al Hombre de nuevo a su condición originaria, en la cual para lo único que puede vivir es para su propia muerte. Llama a preguntarse, ¿Por qué entonces es Nietzsche tan celebrado, cuando después de un duro y penoso viaje al corazón del cristianismo, se roba de nuevo esa gran Muerte del Hombre, cual Prometeo el Fuego, para devolvérselo a los Hombres, precisamente a aquellos que siempre alrededor de los Mercados de Valores están esperando a un Héroe (intelectual, político o religioso), que les haga un milagro y les convierta aquella vida llena de tristeza y aburrimiento y con tanta falta de imaginación, en una obre de arte? ¿Por qué entonces la Vida se burla de Zarathustra, con una carcajada que cubre el mundo, en el momento en que él, lleno de entusiasmo, viene a traerle aquella Luz a los hombres, aquel relámpago en la oscuridad que se llama el Superhombre, por qué le devuelve al hombre, al payaso y equilibrista, pero muerto? Muerto que desde lo alto le cae a sus pies, y Zarathustra recoge, lo deja morir en sus brazos, cuando todo el pueblo lo abandona despedazado y agonizante en el suelo. Muerto que Zarathustra carga en sus hombros y sepulta con sus propias manos. ¿Es que acaso esa Muerte del Hombre le pertenece y lo reclama exclusivamente e irremediablemente a él, solo, al Titán prometéico que sostiene un Mundo?, ¿Un nuevo Mundo? ¿Quién puede saber de la revelación de aquél mediodía en que la Tierra, como volviéndose de dentro hacia afuera, le mostró a Zarathustra la Muerte que tenía escondida en su interior? ¿No fue acaso ese momento más revelador que la misma mañana de ese mismo día, en que él saludó y le dedicó su gloria al Sol, al astro que reina sobre todo lo terrenal?

La Muerte del Hombre es lo más sagrado que él ha tenido, y es lo que las religiones e ideologías han querido quitarle. Sólo con un Sentido para la Verdad de su Muerte puede el Hombre ganarse la Vida. De esta manera, la cultura postmoderna esta en la que supuestamente estamos todos los acá presentes sería una farsa en la que el saber se instrumentaliza y termina sabiendo a nada: un saber que no sabe nada y que nada sabe sobre sí.” Se entiende entonces la posición radical de Sócrates, por la que él dio su Vida, por la que se reconcilió con su propia Muerte. No sería, en todo caso, contra Jesús ni contra Sócrates, contra quienes Nietzsche dirige la profundidad de su pensamiento y de sus versos y la agudeza y claridad de su prosa. Es más bien contra el uso y la aplicación que les han dado a sus enseñanzas aquellos que Zarathustra llama la “chusma intelectual” (das Gesindel), aquellos que, al beber de la Fuente de la Vida, envenenan el Agua. En ese sentido, la gran Revolución consiste en evitar que aquella chusma, en nombre de la Salvación, continúe profanando lo más sagrado de él, como Hombre. La nueva imperativa llama a liberar la Muerte del Hombre de todas las aberraciones que el Cristianismo y el Platonismo académico y rígido, sin risa y sin música, le han acuñado para aterrorizar y dominar al mismo Hombre. Lo que se impone es una y la misma tarea que eternamente retorna, lo noble que hay en haber elegido el suplicio (otrora impuesto) de Sísifo, hay que volver a la sencillez de la Vida, como los Niños viven en ella, entregados a la Creación lúdica que yace en el Corazón del Mundo.

Espero en algo contribuir con esta obra a la comprensión de la filosofía para la vida, de la pedagogía para la vida, del compromiso por la vida como hecho sentido, como hecho que ha de vivirse desde sí mismo a lo universal. Emparentado con las propuestas de la Nueva era, del Postmodernismo, del Pensamiento alternativo.

A TODOS USTEDES DIOS SE LO PAGUE