Algunos trozos del libro

NOTA DEL AUTOR


Para mí la gratitud representa un valor en sí mismo. Mi actitud ante la existencia se construye en gran medida desde el agradecimiento, por lo mucho que recibimos en todas las circunstancias de transformación que conforman sinérgicamente la alquimia de la vida.
Al dejar estas reflexiones sobre Nietzcshe y la Educación en manos del lector, el texto deja de pertenecernos, adquiere un destino impersonal, pasa a otro dominio, por más que uno aspirara intervenir la realidad de quien lo aborda, que es el sueño del hacedor. Por esta razón me atrevo a dedicar las páginas que siguen a mi Dios personal, a mi esposa ...

Lo demás lo leeremos en el libro...


Prólogo (Eduardo González)

Son tantos y tan importantes los aspectos que de la obra de Nietzsche toca Dandry Omaña en su libro, que no es posible desarrollarlos en un breve prólogo. Sería preferible un acercamiento a la ventana de la Postmodernidad del pensamiento occidental presentando sólo una muestra de alguno de esos aspectos.
Lo primero que hace Dandry es destacar el papel del hombre (Nietzsche) y su historia personal: la vida del pensador, en cuanto hombre que vive, sabe de placeres, sufre y padece. De manera precisa y acertada enmarca la historia personal de Nietzsche y su pensamiento, en su época y en la tradición.
A pesar de que la obra y la vida de Nietzsche han sido objeto de tantos y tan detallados y profundos estudios, hablar de ese Poeta y Visionario tan polémico y controversial es, todavía, como siempre, una tarea dificil, que compromete la reflexión, la acecha y la llena de riesgos intelectuales, éticos y morales.
No obstante todo eso, y con intuición de lo que esa tarea significa, nuestro amigo se adentra en Nietzsche y en su obra maestra, Zaratustra, para tratar de transmitimos las consecuencias que subyacen en ese intento titánico (y prometéico) que significa bajar de las alturas de la Iluminación, ahondarse en el...

Lo demás, en el libro...


Presentación (César Gedler)

Hace doce años, en 1994, me tocó asistir a una reunión de profesores en una ciudad del interior del país. Por mi naturaleza temperamental soy enemigo de la rutina, y de todo aquello que se repite mecánicamente, como hacer filas o cantar un himno.
Iba dispuesto a guardar silencio y a no involucrarme en esas discusiones interminables y sin trascendencia que caracterizan ese tipo de reunión y que me aburren mortalmente, cuando uno de los compañeros pidió la palabra y citó un aforismo de Nietzsche para apoyar su posición en toda aquella jerigonza que se discutía desordenadamente desde la mañana. Me llamó la atención la referencia y le puse cuidado a ver qué decía aquel profesor y mi sorpresa fue total cuando expuso con argumentos válidos la visión del filósofo alemán, además de relacionarlo claramente con lo que discutían desde temprano en aquella sala. El hombre que citaba a Nietzsche era Dandry Omaña, y cuando supe que leía con intensidad a este filósofo visionario, comenzó una amistad que ha perdurado y que se alimenta del intercambio intelectual de modo permanente.
Se dice de Nietzsche que alcanzó el más alto grado del kundalini, esa fuerza que abre los puntos superiores de la percepción, y que por eso enunciaba con aforismos los pensamientos...

Lo demás...

RESUMEN


La tragedia de Nletzsche es un monodrama. Una tragedia en ia que, el único actor en la corta escena de su vida, es él mismo. En cada uno de los actos de su existencia, -actos rápidos como un alud- estuvo Nletzsche como un luchador solitario bajo el tempestuoso cielo de su destino. No tuvo a nadie a su lado. Nadie estuvo enfrente de él. Ninguna mujer, con su tierna presencia, suavizó esa tensión tenue, sutil, intangible. Toda acción procede de él y en él se refleja solamente. Quienes alguna vez caminaron a su lado, fueron acólitos mudos, asombrados y asustados de su osada empresa y, después, poco a poco, se fueron alejando, como sí él fuera peligroso. Ninguna persona se atrevió a penetrar en el círculo interior de su destino. Nielzsche habló, luchó y sufrió siempre por su propia cuenta. No le habló a nadie en particular y nadie le habló a él. Y, lo que es aún mas terrible, nadie le escuchó. Nunca una plenitud de espíritu como la suya, ni una orgía semejante de los sentimientos estuvo rodeada de un vacío tan enorme, de un silencio tan hermético. Aún más, no tuvo adversarios. Se debería detestar, condenar y rechazar una tragedia así. Sin embargo, Nietzsche la aceptó con un gesto estático, como si hubiese amado esa crueldad única que reveló, igualmente, su naturaleza también única. Por ello, supo crear, voluntariamente, esa “vida particular” en su segura existencia, con su profundo instinto trágico y su gran fortaleza de ánimo que le impulsó a retar a los dioses, para experimentar en sí mismo, el mayor grado de peligro en que un hombre puede vivir:
Salud, oh demonios!. Sólo que los demonios escucharon la invocación y persiguieron a quien los desafió, convirtiendo así la broma de una noche de farra en Basilea, en la tragedia de su destino. Su oración, fue la de los héroes: “Oh!, Voluntad de mi alma, que yo llamaré mi destino, tú que estás en mi, por encima de mí: Consérvame y concédeme un destino grande”. Y, el que así sabe orar, será escuchado y entendido.